el problema no es el problema en si, si no el hecho de admitir que se tiene un problema.
en estos casos no vale la pena morir de pie, si no esperar echados a que la muerte se acuerde de nosotros. mirando el sol en el desierto, o temblando frente a tu rostro, o acariciando tu espalda, o, de nuevo, en el suelo jateando.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario